1. Comedia: Desarrolla
conflictos divertidos y amables, con personajes pertenecientes al mundo de la
normalidad. Asistamos pues, a un divertido fragmento de una obra de Enrique
Jardiel Poncela:
Eloísa está debajo de
un almendro. Enrique Jardiel Poncela.
EDGARDO. ¿Le molestan las personas nerviosas, de genio destemplado y desigual, excitadas y un poco desequilibradas?
LEONCIO. Esa clase de personas me encanta, señor. [...]
EDGARDO. ¿Le extraña a usted que yo lleve acostado, sin levantarme, veintiún años?
LEONCIO. No, señor. Eso le pasa a casi todo el mundo.
EDGARDO. ¿Le molestan las personas nerviosas, de genio destemplado y desigual, excitadas y un poco desequilibradas?
LEONCIO. Esa clase de personas me encanta, señor. [...]
EDGARDO. ¿Le extraña a usted que yo lleve acostado, sin levantarme, veintiún años?
LEONCIO. No, señor. Eso le pasa a casi todo el mundo.
2. Drama: Los
personajes luchan contra la adversidad, que suele causarle gran daño. Pueden
intervenir elementos cómicos y entonces toma el nombre de tragicomedia, como La
Celestina, de Fernando de Rojas.
SEMPRONIO. ¿Tú no
eres cristiano?
CALISTO. ¿Yo? Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo.
SEMPRONIO. Tú te lo dirás. Como Melibea es grande, no cabe en el corazón de mi amo, que por la boca le sale a borbollones. No es más menester. Bien sé de qué pie cojeas. Yo te sanaré.
CALISTO. Increíble cosa prometes.
SEMPRONIO. Antes fácil. Que el comienzo de la salud es conocer hombre la dolencia del enfermo.
CALISTO. ¿Yo? Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo.
SEMPRONIO. Tú te lo dirás. Como Melibea es grande, no cabe en el corazón de mi amo, que por la boca le sale a borbollones. No es más menester. Bien sé de qué pie cojeas. Yo te sanaré.
CALISTO. Increíble cosa prometes.
SEMPRONIO. Antes fácil. Que el comienzo de la salud es conocer hombre la dolencia del enfermo.
3. Tragedia: Presenta
terribles conflictos entre personajes de alta alcurnia –reyes, héroes- que son
víctimas de terribles pasiones que les llevan a la destrucción y a la muerte.
Observemos el caso de El tragaluz, de Antonio Buero Vallejo:
EL
PADRE. ¡No!… ¡No!…
(Tampoco se oyen sus crispadas negaciones. En pie y tras su hijo, que sigue profiriendo palabras inaudibles, empuña las tijeras. Sus labios y su cabeza dibujan de nuevo una colérica negativa cuando descarga, con inmensa furia, el primer golpe, y vuelven a negar al segundo, al tercero [...])
VICENTE. ¡Padre!
(Tampoco se oyen sus crispadas negaciones. En pie y tras su hijo, que sigue profiriendo palabras inaudibles, empuña las tijeras. Sus labios y su cabeza dibujan de nuevo una colérica negativa cuando descarga, con inmensa furia, el primer golpe, y vuelven a negar al segundo, al tercero [...])
VICENTE. ¡Padre!
Otros subgéneros dramáticos: el auto
sacramental, el entremés, el paso, el melodrama, etc.
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